Diseño en real
estate — Driver de la decisión de compra
Marketing para Desarrollos Inmobiliarios
Por Ing. Gustavo Ortolá
Que la ubicación es el factor
fundamental del resultado de un negocio inmobiliario es una realidad
insoslayable, pero si tuviera que identificar el siguiente aspecto determinante
para el éxito de un producto de real estate, diría que es el diseño. La ubicación es el primero de los motores
del éxito, el diseño es un
catalizador vital de la decisión de compra.
Antes se vendía lo que se fabricaba, sin análisis, por la
escasez de oferta; en la actualidad, el diseño es un driver fundamental de la decisión en este escenario de sobreoferta
de productos, por eso hoy se fabrica lo que se vende.
Históricamente, los grandes
desarrolladores argentinos, pioneros y geniales creadores de los más grandes
productos locales, trabajaban de forma muy intuitiva, tan inconsciente como
sagaz y exitosa. Es
que con baja competencia, alta red de clientes afines, con imaginación y olfato
muy afinado, lograban colocar rápidamente sus proyectos que habían sido
perfilados por su instinto y experiencia. El concepto “siempre se hizo así” era
el fundamento indiscutido para el dimensionamiento de los espacios y los
servicios comunes.
Hoy, en un mundo superofertado y
competitivo, es vital saber para quiénes estamos desarrollando, entender sus
requerimientos y formas de habitar, para diseñar posteriormente el producto que
recree en exacta medida el conjunto esperado de atributos sin mayores costos extra
y sobre especificación de los elementos constitutivos del producto
inmobiliario.
Estudiaba el exitoso caso de IKEA, la marca sueca que se
especializa en la venta de muebles y objetos para el hogar, compañía que ha
multiplicado internacionalmente su éxito guiado por el rumbo que marcó su
creador Ingvar Kamprad de “crear una mejor vida diaria para mucha gente”. IKEA
está hoy considerada mucho más que una cadena de tiendas, IKEA es la innovación
constante en el desarrollo y la comercialización de sus productos. Cada edición
anual del catálogo de este retailer
internacional se renueva y mantiene vigente con propuestas de diseño de
vanguardia pensadas para toda la familia. Es el ícono del diseño a precios
accesibles, fuente de inspiración para muchos hogares del mundo a la hora de
redecorar los espacios de vida. El concepto de IKEA ha sido fundamental en la
construcción de la relación con el cliente, el “diseño funcional a buen precio”,
el diseño accesible, gran pilar en el éxito de esta marca. “Nuestro principio
rector es la fabricación de productos para la mayoría de la gente”, dice
Kamprad, y recojo ese concepto para el diseño de nuestros productos
inmobiliarios. El diseño accesible como driver
de motivación y selección de nuestro producto frente al de la competencia.
El concepto de “diseño accesible”
que impulsa IKEA es uno de los fundamentos del éxito que obtuvimos en Ciudad Ribera.
Mis desarrollos contemporáneos en
Puerto Norte y Puerto Madero pusieron en relieve el siguiente concepto: para un
mismo target, para un público de la
misma realidad socieconómica, las pretensiones de calidad eran distintas.
Mientras en Puerto Madero debatíamos la prueba de las carpinterías de aluminio
alemanas de alta prestación en túneles de viento, en Puerto Norte alcanzaba la
especificación del mejor producto nacional que asegurara la estanqueidad al
mejor precio. Calidad justa, diseño accesible, el costo esperado. Los
americanos llaman a esto value for money,
es decir, pagar el valor justo por lo que están recibiendo.
Una importante discusión se instaló
en el mercado de real estate argentino y en la
comunidad de arquitectos acerca de lo correcto o incorrecto de diseñar
edificios de estilo clásico en pleno siglo XXI. Se enfrentaron mediante
opiniones publicadas por los diarios locales diversas personalidades de la
profesión cuando en el año 2003 Eduardo Costantini
lanzó al mercado la torre Grand Bourg de la avenida Figueroa Alcorta, en
Palermo Chico.
El proyecto se lo encargó al
estudio AFT Arquitectos, del joven arquitecto Martín Fourcade con sus socios
Alfredo Tapia y Gastón Atelman, quienes habían ganado el concurso para el
diseño del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), donde
Costantini exhibe su colección privada de arte, y que habían coronado con éxito
tal diseño en la construcción de uno de los íconos de la ciudad de Buenos
Aires.
El nuevo desafío, no menor, era
definir la arquitectura y el diseño de una torre de 15 pisos con casi 12.000 m2,
21 departamentos y 56 cocheras sobre un terreno de 4200 m2 con un
frente sobre la avenida de 70 metros. El producto inmobiliario definido fue la torre Grand Bourg, un edificio residencial de estilo academicista francés.
Presencié personalmente la
definición del brief del
desarrollador a los arquitectos para la gestación del producto basado en el
conjunto esperado de atributos a recibir por los compradores de la oferta de
Costantini, básicamente sus mejores amigos y allegados, personajes y gustos
bien conocidos por el desarrollador: solidez, calidad, estilo, exclusividad y
tecnología fueron los motores del diseño. “El lugar donde yo voy a vivir”,
decía Eduardo.
Dos años más tarde, con la torre en su último tramo de
construcción, comenzó la polémica dentro de la comunidad de arquitectos. Se criticaba
el anacronismo del diseño tipo afrancesado y se
preguntaba cómo Costantini, quien había impulsado el MALBA en un diseño absolutamente
contemporáneo y de vanguardia, había decidido aplicar estilos del pasado. Se
calificaba al emprendimiento de esquizofrénico por
conjugar decoración a la antigua con los últimos adelantos en materia
tecnológica.
Reconocidos y prestigiosos arquitectos representantes de la
arquitectura moderna argentina transmitían su preocupación por el interés de los
usuarios en vivir en un edificio “disfrazado” de antiguo, mientras a la hora de
elegir un automóvil o un teléfono celular solían apuntar a tener el más
avanzado y moderno.
Además, el emprendedor recibió afiladas críticas de la comunidad
de arquitectos por buscar seducir a los compradores con estrategias fáciles,
como apelar a la ornamentación clásica y la arquitectura antigua como supuesto
símbolo del prestigio social.
Justamente este diseño fue la base
del éxito. En ese momento comercializamos el total del edificio en veintiún días,
en un precio por metro cuadrado que marcó un récord de la época. Nunca voy a
olvidar la frase de Eduardo cuando esperábamos su felicitación complaciente por
la gesta comercial: “Lo regalé”, dijo, y realmente eso había pasado, el valor
que era un récord en la zona se convertía en oferta por el valor percibido del
mercado.
Una vez más, el desarrollador
inmobiliario mostró su ADN en estado más profundo y contundente: estar un paso
adelante, romper las reglas, ir contra los mitos. El resultado, a la vista.
En este caso el combo fue perfecto:
un diseño que jugó un rol fundamental del producto en combinación con la
ubicación y el indiscutible perfil exitoso del desarrollador.
Quedó mucha gente afuera sin lugar
en Grand Bourg, por eso impulsamos el desarrollo de un segundo edificio a pocas
cuadras de allí, sobre la misma avenida, un “Petit Grand Bourg” que llamamos “Edificio
Barrio Parque” y que esta vez lanzamos con un pricing claramente superior. Los drivers de diseño, los mismos, y el resultado volvió a
acompañarnos.
Luego del éxito del emprendimiento
Grand Bourg, a fines de 2005, Sergio Grosskopf, el fundador de Alto Palermo,
lanzó el proyecto de las torres Château Residences, dos rascacielos de más de
cien metros de altura también diseñados en estilo academicista francés. Una fue
construida en el barrio porteño de Núñez, y la otra en Puerto Madero. Sin
embargo, en estos casos, el debate no fue reflotado.
Sergio apuntó a un cluster distinto que el de Eduardo, incorporándole
al edificio una colección exquisita de amenities
y servicios centrales que nada tienen que envidiar a un hotel cinco estrellas.
Otra ubicación, otra mezcla de amenities, estilo clásico, el metro
cuadrado más caro de Puerto Madero y de Núñez: otro segmento de público más
joven; pero el mismo resultado: un éxito rotundo en un nuevo ejemplo de trabajo
de nicho y concepto.
Hoy, en los productos inmobiliarios, el diseño está
presente y funciona como un elemento fundamental de la concepción de la oferta.
En
la modernidad, bajo la lógica de
la escasez y la baja competencia, los productos inmobiliarios eran fines, un
destino.
En la posmodernidad,
cuando vivimos en la sobreabundancia de bienes y productos competitivos, los
objetos se transforman en un medio para alcanzar la experiencia que estamos
buscando. Ya no expresan el final del recorrido, sino apenas el camino para
transportarnos hacia otro lado. El diseño, otrora
descalificado, es hoy reconocido como movilizador
del pensamiento que cataliza la decisión y genera calidad de vida.
El diseño contemporáneo enlaza lo estético, lo
comercial y lo utilitario, sostiene la individualidad,
rompe la masividad, invade
los desarrollos del real estate engendrando productos únicos separados del
consumo masivo; agregando el valor para salir del commodity consolidando productos diferenciales.
Antes se vendía lo que se fabricaba, hoy se fabrica lo que se
vende.
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marketing para desarrollos inmobiliario BRE Ediciones GO
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Gustavo, muy bueno el enfoque en el diseño. Podriamos hablar del "valor del diseño" o valor agregado como emergente de la diferenciaciòn y promesa de atributos para la satisfacciòn de deseos simbòlicos, desarrollando un objeto de comercializaciòn o producto con mayor performance en el posicionamiento. En resumen poner del lado de la balanza que corresponde el diseño como factor desencadenante para la inclinaciòn del sistema en favor del proyecto y con una gran dominancia en el target... perdòn si no consegui tèrminos mas complicados :) Angel L. Durè Lòpez - Rosario
ResponderEliminarExcelente Angel! Coincido con vos. Leiste mi libro?
ResponderEliminary el que no lo vea se va a quedar con un stock de inservibles o bien tardara tanto en vender que el aspecto financiero del negocio le comera la rentabilidad.
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